Los relieves de la madera provienen de incisiones realizadas al níspero salvaje en el bosque. De esta forma la savia que asciende por la rama del árbol, sortea los cortes y va formando los dibujos que son característicos de la makila. Cortada en invierno, se descorteza al horno, se tiñe a la cal viva y es enderezada al calor. Una vez preparada la vara es cubierta en su parte inferior por una virola de latón, alpaca o plata, cincelada cuidadosamente a mano con motivos vascos. La parte superior está coronada por una empuñadura de cuerno que toma cuerpo en un tubo roscado recubierto de cuero trenzado. Para la makila llamada de honor, la empuñadura es enteramente de plata o de alpaca. Es costumbre ofrecer una makila a toda persona que se quiera honrar. Como reconocimiento personal o profesional de respeto, es un regalo apropiado para jubilaciones, regalo de empresa, bodas, cumpleaños, etc… cualquier acontecimiento digno de merecimiento.
La makila es un producto popular, pero también ha llegado a manos ilustres como reyes, papas, políticos, artistas, deportistas, etc. y una de las más significativas, las de nuestros Lehendakaris, hechas en el taller Alberdi.